La maestra de ballet, María Dolores Gómez de Ávila, conocida como ‘María de Ávila’, ha muerto en el 27 de Febrero 2014, a los 94 años de edad, en su casa de Zaragoza, ciudad en la que residía desde hace más de sesenta años. En el momento de su fallecimiento estaba acompañada por su hija.
Nacida en Barcelona, en 1920, María de Ávila desarrolló una brillante carrera artística internacional que tuvo uno de sus epicentros en el Ballet del Liceo de Barcelona.
La vida de María de Ávila era la danza y a ella consagró toda su vida. Fue la más precoz de todas sus alumnas, Arantxa Argüelles (Zaragoza, 1970), a la que se llevó al Ballet Nacional de España (BNE) cuando solo tenía 13 años.
“Es una pérdida para todos. Era una gran maestra en una época en la que había muy poco de danza clásica. Era una persona muy disciplinada, que nos exigía mucho, pero a la vez trasmitía la pasión que sentía y siempre acababa siendo algo placentero”, afirmó la bailarina. Empezó a estudiar con ella en la academia que tenía en Zaragoza con 4 años y cuando la nombraron, en 1983, directora del Ballet Nacional de España (BNE) y del Ballet Nacional Clásico – la actual Compañía Nacional de Danza (CND)- se la llevó a Madrid, convirtiéndola en la bailarina más joven que nunca ha tenido esa formación.
María de Ávila fue una maestra exigente, perfeccionista y apasionada que contaba relatos a sus alumnos: les llenaba la cabeza de sueños y, mientras les corregía o ajustaba la filigrana de un movimiento, les indicaba que el baile exigía vocación, compromiso y sacrificio. Gonzalo García Portero, uno de sus alumnos más conocidos en la actualidad, la ha recordado con su porte elegantísimo como si fuera Stevenson entre los nativos o Isak Dinesen en medio de los masais: con los ojos incendiados de emoción y embeleso, los jóvenes le pedían a María que hablase como la lluvia. Con emoción y belleza, con fantasía y tal vez con su amplísima cultura.
Su biógrafa Ana Rioja, escritora y periodista, afirmó: “María de Ávila ha escrito las páginas, breves pero intensas, de la historia de la danza clásica en España. Contemporánea de grandes bailarinas como Alicia Alonso, Margot Fonteyn, Rosella Higtower o Maya Plisetskaya, su gran triunfo fue el de haber sabido transmitir su amor y sus conocimientos por la danza a varias generaciones de bailarines. María de Ávila fue bailarina, maestra de estrellas de la danza y maestra de grandes maestros”. No hay desmesura en la apreciación.
Solía decir que las claves del trabajo son la honestidad, la sensatez, la vocación y el esfuerzo indesmayable. “El cerebro es el mejor músculo”, repetía. Consideraba que su disciplina artística (el oficio inefable en el que soñó e inventó) era la madre de las artes “porque reúne y resume la literatura, la música, el movimiento, el color, la expresión, la plasticidad, la belleza…” Quizá arrimase el ascua a su sardina, pero tenía todo el derecho de hacerlo: creyó en la excelencia, fue inconformista y buscó una y otra vez, en cada una de sus funciones y de sus clases, la musicalidad, el temblor y la ligereza del ángel.
El funeral por la bailarina y maestra de la danza María de Ávila fallecida en Zaragoza, fué en el 1 de Marzo para el cementerio de la ciudad en la más estricta intimidad.
Biografía
A los diez años comenzó sus estudios de danza clásica y española. Inició su carrera profesional en el cuerpo de baile del Liceo y ascendió a primera bailarina en 1939, con Pauleta Pamiés, profesora del Gran Teatro del Liceo de Barcelona, de la que han salido muchos de los grandes nombres de la danza del país, como Víctor Ullate, Carmen Roche, Ana Laguna, Arantxa Argüelles y Amaya Iglesias, entre otros. En 1939 era ya la ‘prima ballerina assoluta’.
Fue bailarina estrella de la Compañía Española de Ballets y de los Ballets de Barcelona. En 1948 se casó con el ingeniero zaragozano José María García Gil y abandonó el mundo de los escenarios. Tras unos primeros años entregada por entero a su familia, retomó su vocación por la danza, aunque esta vez vinculada a la pedagogía de este arte.
En 1954 abrió en la capital aragonesa su prestigioso estudio de danza clásica por el han pasado figuras como Víctor Ullate, Arantxa Argüelles, Amaya Iglesias y Trinidad Sevillano. En 1982, fundó y dirigió el recién desaparecido Ballet de Zaragoza y recibió la Medalla de Oro de la capital aragonesa. Siete años más tarde presentó en Segovia el Joven Ballet María de Ávila.
También fue directora de las dos compañías nacionales de danza, Ballet Clásico Nacional y el Ballet Español, de 1983 a 1986. Ha recibido el premio Santa Isabel de la Diputación Provincial de Zaragoza y el premio San Jorge de la Institución Fernando el Católico. Posee la Medalla de Oro Bellas Artes, que le impuso el Rey y fue nominada para los premios Príncipe de Asturias del 2001.
Asimismo, recibió en diciembre de 2007, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. Desde su jubilación siguió manteniendo la dirección de su academia. Fuente Internet.