A revista online Danza Ballet publicou no mês de Junho de 2013 uma pequena homenagem a Pirmin Treku – assinada pela escritora basca Iratxe de Arantzibia – que em Portugal era conhecido por Pirmin Trecu. E no Porto, sobretudo pelos seus muitos alunos, por Sr. Trecu, cidade onde viveu 43 anos após chegar a Portugal com cerca de 30. Ainda trabalhou no Grupo Experimental de Ballet – que viria a dar origem ao já extinto Ballet Gulbenkian – a convite de Norman Dixon, que o terá incentivado e contratado, para dar aulas e coreografar, já que era um dos dois estrangeiros mais cotados a trabalhar em Portugal, juntamente com a italiana Anna Mascolo. Em 22 de Maio de 1964 estreou em Setúbal, “Concerto Para Trompete”, coreografado para o VII Festival Gulbenkian de Música, sobre uma partitura de Haydn e com figurinos de Armando Jorge.
Pirmin Trecu deixa saudades no Porto
Famoso professor basco de dança clássica, nasceu em Zaraus, e faleceu (hoje, de madrugada) no Hospital de San Sebastian, com 76 anos.
Refugiado em Inglaterra durante a Guerra Civil espanhola, estudou na escola do Sadler’s Wells Ballet, companhia que esteve na origem do actual Ballet Real e na qual ingressou em 1947. Rapidamente passou a solista tendo criado papéis em obras de Balanchine, Ashton, Cranko e MacMillan, entre outros. Em 1961, um problema num joelho acabou, inesperadamente, uma carreira de sucesso. Nesse ano veio para o Porto onde fundou uma escola tendo, durante quatro décadas, formado várias gerações de bailarinos do Norte. Alguns dos quais vieram a ter um papel relevante na fundação na própria Companhia Nacional de Bailado (CNB), que se estreou, justamente no Porto em 5 de Dezembro de 1977.
Em 2004 retirou-se para a sua terra natal em Espanha, mas no ano seguinte, a convite de Mónica Mason directora do Royal Ballet, voltou a Londres para ensaiar o bailado “A Festa Estranha”, no qual tinha dançado o papel que o tornou verdadeiramente famoso. Segundo Clive Barnes, um dos mais respeitados críticos de dança mundiais, “Trecu era verdadeiramente espantoso no papel de ‘Rapaz’, emocionante e pungente, como só ele”.
Para Cristina Maciel, sua aluna, hoje professora e antiga bailarina principal da CNB, para além da vertente técnica, uma exigência presente no trabalho de Trecu, “ele transmitia a todos uma enorme paixão pela dança”.
Dos vascos en la historia del ballet
por Iratxe de Arantzibia
El destino puso en mi camino a dos niños de la guerra en 2006. Puede que fuera el azar o, simplemente, mi trabajo, el que quiso que me topara con dos leyendas en poco tiempo. Con orígenes parecidos, ambos desarrollaron sus carreras profesionales como artistas –bien bailarín, bien coreógrafo-, pero en lugares, contextos históricos y socioeconómicos muy diferentes. Los dos habían vuelto a su tierra y ambos me recibieron y agasajaron en sus respectivos domicilios.
Pirmin Treku
En la localidad guipuzcoana de Zarautz, conocí a Pirmin Treku (Zarautz, 1930- San Sebastián, 2006), niño de la guerra exiliado en Gran Bretaña, donde realizó su carrera como Primer Bailarín en el Sadler’s Wells Ballet (1948-1961) –denominado Royal Ballet desde 1956-. Su actuación en el rol de chico de “La fête ètrange” le reportó su mayor éxito. Por ello, la seleccionó para su última actuación en Covent Garden (1961). Me habló de la ‘jefa’ Ninette de Valois, me enseñó la punta de Margot Fonteyn que tenía guardada como oro en paño, me contó mil y una anécdotas registradas en cuarenta y cinco minutos de grabación, en una de sus últimas entrevistas que tuvo lugar el 30 de enero de 2006. El próximo 13 de julio, se cumplirán siete años de su desaparición. British hasta la médula, Pirmin Treku era un verdadero gentleman y un danseur noble sobre el escenario.
Gerardo Viana
Vivir bajo el régimen soviético, había impreso en Gerardo Viana (Ortuella, 1925- Vitoria, 2013) una personalidad muy diferente. También niño de la guerra, su destino fue la URSS, donde realizó una amplia trayectoria en diversas facetas. Herido en el frente, no pudo desarrollar una carrera como bailarín, pero sí lo hizo como coreógrafo, habiendo creado “Miniaturas españolas” (1967) para el Kirov, obra con la que giró por numerosas repúblicas de la Unión Soviética. Maestro Emérito de Rusia y Medalla de las Bellas Artes con distintivo de plata (1994), su nombre aparece citado hasta en cuarenta ocasiones en la Enciclopedia Rusa del Ballet clásico. La entrevista se desarrolló en su domicilio de Vitoria, ciudad en la que se estableció en 1992, y tuvo lugar el 17 de junio de 2006. Hablar con él, era una ocasión de aprender del vasto y rico mundo de la danza en Rusia. Nombres como Natalia Dudinskaya, Rudolf Nureyev o Mikhail Baryshnikov se entremezclaban con naturalidad en la conversación. Era un hombre muy afable y cariñoso. En Navidades, siempre había un christmas o una llamada de felicitación. La última vez que hablamos, le prometí que le enviaría mi reportaje sobre la figura del “Danseur noble”, ya que, gran cantidad de los intérpretes así tildados, eran de orígenes rusos y por él conocidos. Lamentablemente, no salió a la luz el número 6 de “DanzaBallet. Revista de Colección”, tal y como estaba previsto. Yo no pude cumplir mi promesa.
Este reportaje va en memoria de Gerardo Viana y con mi sentido recuerdo para Pirmin Treku.
Gerardo Viana e Iratxe de Arantzibia, Cena del Día Internacional de la Danza, Hotel Carlton Bilbao, 27 Abril 2007. Archivo Iratxe de Arantzibia
Pirmin Treku e Iratxe de Arantzibia, domicilio del bailarín, Zarautz, 30 Enero 2006. Archivo Iratxe de Arantzibia
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El Danseur Noble, un príncipe lleno de virtudes
Por Iratxe de Arantzibia
Balletómanos, críticos y expertos en el arte de Terpsícore han empleado tradicionalmente la expresión Danseur noble para calificar al bailarín que proyectaba nobleza de carácter en sus interpretaciones. Durante el siglo XX, se utilizaba esta denominación para definir a un bailarín que combinaba gracia y destreza técnica con un importante desarrollo de la teatralidad y la dramaturgia del rol que desempeñaba. Para gran parte de los estudiosos el Danseur noble no sólo es un Primer Bailarín sino que ha de poseer un plus o distintivo especial que le haga merecedor de dicha denominación, aunque determinadas personas emplean el atributo Danseur noble como sinónimo en género masculino de la Prima Ballerina femenina.
El listado de intérpretes calificados como Danseur noble a lo largo de la historia de la danza es extenso, aunque principalmente se pueden agrupar a las casi seis decenas de intérpretes que han recibido esa calificación en torno a las principales cunas del ballet: la escuela rusa (Mariinsky y Bolshoi), la escuela francesa (Ballet de la Ópera de Paris), la escuela danesa (Real Ballet de Dinamarca), la escuela inglesa (Vic-Wells Ballet, Royal Ballet de Londres) y la savia nueva americana (New York City Ballet y American Ballet Theatre).
La referencia histórica más certera y antigua del empleo de dicha denominación señala a Pavel Gerdt (1844-1917) quien recibió el título de Premier Danseur Noble del Ballet Imperial Ruso en los Teatros Bolshoi Kamenny y Mariinsky de San Petersburgo, cargo que ostentó durante 56 años. Conocido como el ‘Caballero Azul’, Gerdt debutó en 1860 y se retiró oficialmente en 1916. Él creó los papeles de los príncipes en los estrenos de “La Bella Durmiente” (1890), “El Cascanueces” (1892) y “El lago de los cisnes” (1895), nacidos de la entente entre los talentos de los coreógrafos Marius Petipa (1818-1910) y Lev Ivanov (1834-1901) y el músico Piotr I. Tchaikovsky (1840-1893). Nadie en el teatro sabía su edad real y cuando le preguntaban, él respondía que tenía 23 años. Tuvo como discípulos a Michel Fokine, Vaslav Nijinsky, Tamara Karsavina, George Balanchine y Anna Pavlova.
Precisamente, todos estos pupilos de Gerdt integraron un fenómeno revolucionario global en el mundo de la danza: los Ballets Rusos (1909-1929), fundados por el promotor Sergei Diaghilev (1872 -1929). Aquella compañía contó entre sus filas con varios Danseur Noble, empezando por el ‘Dios de la Danza’ Vaslav Nijinsky (1890-1950), el prodigioso intérprete con una capacidad para el salto legendaria, además de polémico coreógrafo de hitos históricos como “L’après-midi d’un faune” (1912) o “Le Sacre du Printemps” (1913). También recibieron este epíteto otros integrantes de los Ballets Rusos como Léonide Massine (1896-1979), creador de “Parade” (1917) y “El sombrero de tres picos” (1919), Serge Lifar (1904-1986), estrella indiscutible en “Apollon musagète” (1928) y “El hijo pródigo” (1929) –ambas coreografías de George Balanchine (1904-1983)-, Adolph Bolm (1884-1951), quien se estableció en Estados Unidos y fue uno de los fundadores del American Ballet Theatre (ABT), Anton Dolin (1904-1983), pareja inolvidable de Alicia Markova (1910-2004) en su etapa en el Vic-Wells Ballet –antecesor del Royal Ballet de Londres- y fundador con ella del London Festival Ballet –actualmente, English National Ballet-, Mikhail Mordkin (1880-1944), compañero de Pavlova en su temporada parisina, director del Bolshoi en 1917 y exiliado en EE.UU. a partir de la Revolución rusa de Octubre (1917), país en el que ayudó al establecimiento de los cimientos del ballet, y Theodore Kosloff (1882-1956), conocido por su breve y tumultuosa relación sentimental con su compañera de la compañía Natacha Rambova (1897-1966) –futura segunda esposa del actor Rodolfo Valentino- y posteriormente, reconvertido en actor del cine mudo en Hollywood.
Nobleza en la época soviética
El Ballet del Teatro Mariinsky (San Petersburgo), fundado en 1783 y conocido como Kirov Ballet durante la época soviética, y el Bolshoi Ballet (Moscú), creado en 1776, son los pilares del ballet, primero en el Imperio Ruso y luego en la URSS (1922-1991). Por eso, en sus filas han militado muchos bailarines acreedores del título de Danseur Noble. En Moscú, es decir, en el Bolshoi Ballet, destacaron por la nobleza de sus interpretaciones bailarines como Vasily Tikhomirov (1876-1956), coreógrafo de “La amapola roja” (1927)- considerado el primer ballet soviético con un tema moderno y revolucionario-, Asaf Messerer (1903-1992), que fue un reputado maestro tras su retiro y autor del manual de instrucción en la técnica clásica “Clases de ballet clásico”, Nikolai Fadeyechev (n. 1933), partenaire de Galina Ulanova (1910-1998) y Maya Plisetskaya. (n. 1925), Māris Liepa (1936-1989), que debutó en la compañía moscovita con el papel de Basilio en “Don Quijote”, invitado por el director Leonid Lavrovsky, y que fue muy reconocido en rol de duque Albrecht en “Giselle”, Vladimir Vasiliev (n. 1940), primer bailarín en recibir la Medalla de Oro al Mejor Bailarín del Mundo y calificado por el coreógrafo Fyodor Lopukhov como “Un Dios de la Danza…un milagro en el arte, la perfección”, e Irek Mukhamedov (n. 1960), el bailarín más joven en interpretar el rol protagonista de “Espartaco” y uno de los favoritos de Yuri Grigorovich, que fue, además, invitado del Royal Ballet de Londres.
El Kirov Ballet (Ballet del Teatro Mariinsky) de San Petersburgo también ha nutrido al mundo de príncipes de la danza, pletóricos de nobleza en la ejecución de sus memorables roles. Sirvan de ejemplo bailarines como Konstantin Sergeyev (1910-1992), marido de Natalia Dudinskaya (1912-2003) y partenaire de Galina Ulanova en las décadas de los 30 y 40, con quien estrenó “Romeo y Julieta” (1940) con coreografía de Leonid Lavrovsky, Askold Makarov (1925-2000), destacado intérprete durante los años 60 y 70 y Artista del Pueblo de la URSS (1983), Yuri Soloviev (1940-1977), conocido con el sobrenombre de ‘Yuri, el Cósmico’ y comparado con Nijinsky por su técnica y elevación, que destacó en los roles de Pájaro Azul y príncipe en “La Bella Durmiente” y Solor en “La Bayadère”, Farukh Ruzimatov (n. 1963), famoso partenaire de Yulia Makhalina y Larissa Lezhnina, que también compatibilizó la formación de San Petersburgo con una invitación del ABT.
Hubo quienes alternaron ambas formaciones, el Bolshoi Ballet y el Kirov Ballet, siendo reconocidos como Danseur Noble, independientemente de dónde bailaran: Pyotr Gusev (1904-1987), gracias al que se instituyó el 29 de Abril como Día Internacional de la Danza, Aleksey Yermolayev (1910-1975), reconvertido en maestro, que tuvo de pupilos a futuras figuras como Alexander Godunov, Vladimir Vasiliev, Māris Liepa, y Vakhtang Chabukiani (1910-1992), cuya influencia en el repertorio masculino- más atlético y virtuoso desde el punto de vista técnico – es capital en roles como Solor de “La Bayadère” o pas d’esclave de “Le corsaire”.
Pasada la época soviética, en la actualidad, tanto el Mariinsky como el Bolshoi siguen contando en sus filas con auténticos bailarines virtuosos dignos de ser distinguidos como Danseur Noble. En la formación moscovita, destacan Sergei Filin (n. 1970)- hoy en día, director artístico del Bolshoi-, Nikolay Tsiskaridze (n. 1973) e Ivan Vasiliev (n. 1989), recién fichado por el Ballet del Teatro Mikhaylovsky (San Petersburgo), dirigido hoy día por Nacho Duato. En el Mariinsky, sobresalen Igor Zelensky e Igor Kolb (n. 1977).
Tres sonoras deserciones
Hay figuras que trascienden del círculo de los auténticos amantes del ballet y se convierten en iconos mediáticos. Ése es el caso, con mayor o menor fortuna, de un trío de intérpretes soviéticos, considerados los tres verdaderos Danseur Noble sobre la escena. Rudolf Nureyev (1938-1993), valorado por muchos críticos como el mejor bailarín del siglo XX y cuyo nombre se convirtió en sinónimo de bailarín por excelencia. Principal del Kirov, en 1961, no se presentó en el Aeropuerto de París para regresar con la compañía a suelo soviético. Posteriormente, triunfó en el Royal Ballet de Londres con Margot Fonteyn (1919-1991) como inmortal pareja y fue nombrado director del Ballet de la Ópera de Paris en 1983, en cuyo escenario –Palacio Garnier- recibió su última gran ovación poco tiempo antes de su fallecimiento.
Mikhail Baryshnikov (n. 1948) fue tildado por el crítico Clive Barnes como “el bailarín más perfecto que jamás haya visto”. Debutó como Solista del Kirov en 1966 en “Giselle”, siendo ascendido a Principal dos años después. Fue el bailarín más joven en recibir el Premio al Mérito de la URSS y en aquella época, su pareja fue Irina Kolpakova, considerada por muchos como la bailarina clásica viviente más grande, destacando en obras como “La Bella Durmiente”, “El Cascanueces”, “Giselle”, “Coppélia”, “Don Quijote” y “Llamas de Paris”. Invitado por Roland Petit (1924-2011) para una gira en Canadá, aprovechó la ocasión para pedir asilo político en Toronto. Fue Bailarín Principal del ABT (1974-1979) y trabajó con el New York City Ballet (NYCB), para volver como director artístico a la primera (1980-1990). Posteriormente, fundó White Oak Dance Project, junto a Mark Morris, ocupando la dirección artística durante algo más de una década (1990-2002). Actor ocasional en filmes y series televisivas, Baryshnikov tenía una forma de bailar definida como de “libro de texto” por su brillante técnica y su bravura a la hora de abordar los diferentes roles.
Menos afortunado que los anteriores tras su deserción en 1979, Alexander Godunov (1949-1995) fue uno de los principales astros del Bolshoi. De hecho, su deserción provocó un incidente diplomático entre el presidente americano Jimmy Carter y su homólogo soviético Leonid Brezhnev. La KGB embarcó a su esposa Ludmila Vlásova, Solista de la compañía moscovita, en un avión al que no se le dejó despegar durante tres días. Vlásova, al parecer, no quiso acompañar a Godunov al exilio. La pareja se divorció en 1982. Godunov trabajó como Principal del ABT, pero, finalmente, se decantó por el cine, donde desempeñó papeles de secundario en obras como “Único testigo” (1985), “Esta casa es una ruina” (1986) o “La jungla de cristal” (1988). Fue conocido en los medios del corazón por su relación sentimental con la actriz Jacqueline Bisset, junto a la que felicitó las Navidades a los españoles en el conocido anuncio (1986) de una famosa firma catalana de cava.
Los príncipes del Bournonville
La exigente técnica de August Bournonville (1805-1879) de la que nace la escuela danesa ha sido capaz de engendrar bellos paradigmas de Danseur Noble. Destaca sobremanera Erik Bruhn (1928-1986), considerado por muchos expertos como el prototipo de Danseur Noble. Figura del Real Ballet de Dinamarca, su debut como invitado en el ABT en el rol de duque Albrecht recibió numerosos elogios como las palabras del crítico John Martin que dijo: “un día para escribir en los libros de historia, porque ha sido como si la ‘Giselle’ más grande de hoy entregara la confianza más sagrada en quien será el Albrecht más grande de mañana”. Falleció joven, víctima de cáncer de pulmón. Entre los halagos post-mortem que recibió están las palabras del crítico John Rockwell: “Bruhn fue el epítome de la elegancia en los roles masculinos, y destacó en la sensibilidad de sus interpretaciones, así como en la técnica virtuosa. Y como un actor poético, elevó el papel de los protagonistas masculinos hasta darle una nueva preeminencia”.
Henning Kronstam (1934-1995) accedió como aprendiz al Real Ballet de Dinamarca con dieciséis años y un lustro después, ya era Solista. Dominó el repertorio de la compañía danesa y bailó más de 120 roles durante su trayectoria, entre ellos, creó el papel de Romeo en la versión de sir Frederick Ashton (1904-1988) de “Romeo y Julieta” (1955). Peter Martins (n. 1955), Principal de la formación danesa y del NYCB, Martins sobresalió en los papeles de “Apollo” y caballero en “El Cascanueces”. Formó pareja de ballet con Suzanne Farrell.
La elegancia británica y de las colonias
La escuela inglesa también ha realizado su particular aportación al esplendoroso elenco de Danseur Noble de la historia del ballet. Tras su debut en la compañía en gira de Anna Pavlova en 1926, el australiano Robert Helpmann (1909-1986) entró en la Escuela del Vic-Wells Ballet –hoy día, Royal Ballet de Londres-, dirigido por Ninette de Valois. Se integró en la compañía y ascendió a Principal, formando pareja con Margot Fonteyn y creando diferentes roles en ballets de Ashton. El culmen de su trayectoria como bailarín se produjo en el tour americano de la formación británica, gracias a su trabajo con Fonteyn en “La Bella Durmiente”. En la década de los 40, se convirtió en actor y coreografió para el filme “Las zapatillas rojas” (1948). Se volvió a establecer en su país en 1965, donde codirigió el Australian Ballet.
También partenaire de Fonteyn, el inglés Michael Somes (1917-1994) fue definido como “el mejor bailarín británico de la segunda mitad del siglo”. Creó 24 roles originales en obras de Ashton y fue el intérprete protagonista por excelencia en la compañía desde 1951 hasta la aparición de Nureyev en 1962. El londinense Anthony Dowell (n. 1943) entró en el Royal Ballet en 1961, fue ascendido a Principal y fue una de las estrellas de la compañía en las décadas de los 70 y 80. Formó pareja artística con Antoinette Sibley. Destacó en el rol de Oberón en “The Dream” de Ashton y filmó “El lago de los cisnes” en el rol de protagonista masculino con Natalia Makarova como Odette/Odile. Fue director artístico del Royal Ballet de 1986 a 2001, aunque sigue vinculado a multitud de instituciones y proyectos de danza.
En tiempos más recientes, las interpretaciones del danés Johan Kobborg (n. 1972), del cubano Carlos Acosta (n. 1973), del italiano Federico Bonelli, del brasileño Thiago Soares (n. 1981), del inglés Rupert Pennefather y del ucraniano Sergei Polunin (n. 1989) con el Royal Ballet les han hecho merecedores de ser considerados unos verdaderos Danseur Noble.
El sueño americano
Durante el siglo XX, el ballet se estableció y desarrolló en el Nuevo Mundo. Fruto de ello, algunos estadounidenses han sobresalido en el arte de Terpsícore. Jacques d’Amboise (n. 1934), Principal del NYCB, fue reconocido como Danseur Noble, aunque para el gran público siempre será Ephraim en el filme “Siete novias para siete hermanos” (1954). De padres cubanos, Fernando Bujones (1955-2005) nació en Miami, Florida. Se unió al ABT en 1972 y fue tildado como uno de los mejores bailarines americanos de su generación, siendo promovido a Principal a la edad de 19 años. Además abrió camino a toda una generación de intérpretes de origen latino en la compañía americana. La revista “Dance Europe” definió su autobiografía como “un guión cinematográfico con el sueño americano como tema principal”. Siguiendo sus pasos, las estrellas ya retiradas del ABT el argentino Julio Bocca (n. 1967), el cubano José Manuel Carreño (n. 1968) y español Ángel Corella (n. 1975), así como el intérprete en activo el brasileño Marcelo Gomes (n. 1979). En la formación estadounidense, también han destacado en calidad de Danseur Noble, el americano Ethan Stiefel (n. 1973), recién retirado y actual director artístico del Real Ballet de Nueva Zelanda y como invitados el ruso Vladimir Malakhov (n. 1968), director artístico del Staastsballet Berlín y el italiano Roberto Bolle (n. 1975).
Paris, la cuna del ballet
Históricamente, se cita la representación del “Ballet comique de la Reine” (15 de Octubre de 1581) como el punto de partida de la historia del ballet, así que es lógico suponer que la escuela francesa ha proporcionado buenos modelos de Danseur Noble. Por citar algunos ejemplos sobresalientes del Ballet de la Ópera de Paris, los étoiles franceses Manuel Legris (n. 1964) –director del Ballet de la Ópera de Viena-, Nicholas Le Riche (n. 1972) o Stéphane Bullion (n. 1980) y la estrella española José Carlos Martínez (n. 1969)- director de la Compañía Nacional de Danza-.
Fuera de las tradicionales cunas del ballet, son dignos de mencionar como Danseur Noble, los bailarines canadienses Evan McKie (n. 1983)- Principal del Stuttgart Ballet- y Matthew Golding (n. 1985)- Principal del Het Nationale Ballet en Amsterdam-. Cada uno a su manera, los 56 bailarines mencionados en este reportaje han dejado/dejan sobre los escenarios una especial impronta que les hace merecedores del epíteto de Danseur Noble. Mientras haya varones en escena con porte principesco, técnica depurada y gran capacidad interpretativa, la figura del Danseur Noble pervivirá y reencarnará la tradición iniciada con Pavel Gerdt hace más de siglo y medio. © Danza Ballet Revista de Colección, 2013.
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